De vez en cuando tu recuerdo me besa,
como me besa la locura de la maldita lluvia de febrero
en esos días en los que me debato entre olvidarte para siempre
o escribirte un poema más.
Agosto lleva tu nombre, ardiente como el alquitrán
de la desierta Gran Vía el día de tu cumpleaños.
Y los pueblos blancos del sur se preparan para recibir a miles de habitantes
que abandonaron su causa en busca de un futuro mejor o, al menos, un futuro.
Como cuando emigraste a otro continente
y cambiaste nuestro idioma por uno llamado inglés.
De vez en cuando tu recuerdo me abraza
como un niño abraza a su padre a la salida del colegio,
intenso y fugaz, como aquellos polvos cuando nos encontrábamos
en alguna fiesta en la que sabíamos que casualmente ambos íbamos a concurrir.
Alguna vez me prometiste que la vida volvería a juntarnos,
que nuestras miradas se fundirían una vez más,
como cuando tu sonreías y yo temblaba y
los dos entendíamos que seguíamos ardiendo.
Ardiendo como el alquitrán de la Gran Vía el día de tu cumpleaños,
preparándonos para no quemarnos una vez más.